Entiendo la democracia como una forma de ser ciudadano, como un modo de autoorganización de sociedad, como una manera de convivencia humana. Esta forma, este modo, esta manera, no surgió y no es el resultado de un capricho aleatorio de la historia y de la morfología social aleatoria, sino que es el resultado de la historia del espíritu humano y su autocreación, refleja los valores en los que ha trabajado el espíritu humano. Entonces, no construimos un estado verdaderamente democrático si entendemos la democracia como un mero conjunto de medidas sistémicas, reglas de juego formales o meros trucos organizacionales. Solo lo construiremos si tenemos en cuenta que la democracia es una expresión externa de algo muy interno que ninguna generación de computadoras o descubrimientos políticos puede modelar. La democracia es el trabajo de un hombre que ha comprendido sus derechos humanos inalienables, su responsabilidad humana y que respeta los derechos humanos y cree en la responsabilidad humana de su prójimo. Es el trabajo de un hombre que está orgulloso de su pertenencia a la raza humana y a la comunidad humana, no inclinándose humildemente ante el misterioso orden del ser, sino por esa misma razón. Cuando entiende la autoridad de este orden, solo experimenta a sí mismo el milagro de su alma, que es capaz de reflexionar sobre esa autoridad, y su conciencia que se eleva a ella. Por lo tanto, la democracia no es solo un sistema de protección de uno contra los peligros de los demás, sino, en primer lugar una forma de compartir con los que se aman, y sobretodo se reconocen y se honran.
Parte del discurso del presidente de la ČSFR (Česká a Slovenská Federativní Republika = Republica Federal Checa y Eslovaca) Vaclav Havel, en la Asamblea Federal, una propuesta de gobierno.
Praga, 29 de junio de 1990.